martes, 20 de marzo de 2012

23 DE NOVIEMBRE DE 2011

Carlota es mi segunda hija. Una niña preciosa que vino al mundo el 23 de Noviembre de 2011 a las 17:20 horas, pesando 3,780 kg y 49 cm.


Debo decir que después de mi divorcio y de años dedicada a trabajar y a mi hijo Pedro, mi idea jamás fue enamorarme de nuevo, y mucho menos tener más hijos, de echo tengo un gran tatuaje en la espalda sabiendo que no podría ponerme una anestesia epidural.


Pero llegó a mi vida sin darme cuenta, y sin buscarlo de nuevo el amor. Tras dos años de relación y uno de vida en común la ilusión de ser padres rondaba nuestros corazones.


Carlota se resistió a llegar a nuestras vidas, y después de dos abortos, uno con intervención, y otro bioquímico, tras esperar las semanas correspondientes, tras muchas visitas a mi querido ginecólogo el Dr. Miguel Angel Jimenez al que adoro, volvimos a intentarlo, después de muchas lágrimas, de no entender el por qué, una vez más (la tercera) el test dio positivo.


Tras un primer trimestre de miedos, de nervios, y de visitas cada 15 días, parecía que todo iba genial, que nuestro bebé estaba perfecto y feliz. 
En la semana 16 nos dijo que era una niña. 


Y hasta la semana 18 no la noté por primera vez, vivir otra vez esa sensación, notar una vida en mi interior, después de tantos años, la emoción, la sensibilidad a flor de piel, los sentimientos, los recuerdos de sentir a Pedro...
Tuve muchas nauseas hasta la semana 26, muchas, cada día, pero estaba tan feliz, que no me importaba nada. 
Me examiné de 6 asignaturas de primero estando de 17 semanas, con unas nauseas horribles, y con la sensación de no saberme nada, pero aprobé con éxito todas las asignaturas, mi primer año de carrera terminado, mi boda en breves días, y mi segunda hija en camino, todo genial.


Cumplía el 27 de noviembre, y el día 22 de noviembre por la mañana tuve una visita en la que me hizo un tacto vaginal y una eco, todo en su sitio y sin dilatar. Nos fuimos felices a casa, a seguir esperando. 
Por la tarde asistí en directo a una clase de la uni, de Técnicas de Expresión Oral y Escrita, y comenté que estaba a punto de cumplir, varias compañeras me dieron ánimos y fuerzas para seguir estudiando hasta el que sería (sin yo saberlo) mi última noche embarazada.


Los dolores empezaron a las 2 de la madrugada, esta vez sí, supe que estaba de parto, algo en mi interior me decía que mi niña quería nacer, que era el momento, pero que debíamos esperar en casa hasta dilatar un poco más.


Carlota se colocó de tal manera que clavaba sus piececitos en mis costillas derechas, y no era el dolor de las contracciones lo que no me dejaba respirar, si no mi niña empujando fuertemente, así que a las 6 de la mañana nos fuimos para el hospital donde ingresé dilatada de 3 cm, aún no sé si es mucho o poco o si debimos esperar un poco más.


Tras horas de contracciones, de mini paseos por la habitación, me tumbaron (cosa que me provocó más dolor) y me pusieron el monitor. Todo marchaba bien, y según mi comadrona Carlota si todo seguía así nacería por parto vaginal, yo no me lo podía creer, y la emoción me invadía, pero al estar tumbada el dolor en las costillas era casi insoportable, aunque no dije nada, con mi marido a mi lado en todo momento, estaba tranquila, aunque deseando verle la cara a mi niña.


Al fin me pincharon la epidural, el anestesista que resultó ser un chico maravilloso, pudo pincharme con el tatto, increíble también!!


En uno de los últimos tactos, estando ya dilatada de 10 cm la comadrona me informó que Carlota había girado su cuello, y que iba a llamar al ginecólogo. Llegó enseguida el Dr. Jimenez, y me dio la noticia: tenía que hacerme una cesárea.


Yo no dije nada, no pude reaccionar, él fue muy suave y cariñoso pues sabía perfectamente lo que yo deseaba parir a mi hija... 
Era por su bien, si lo intentábamos vaginal podría haberse echo mucho daño en el cuello, no podíamos arriesgar...


La decisión estaba tomada, evidentemente la salud de mi hija era lo primero. Y mi médico me lo explico perfectamente.


Silencio. En mi interior solo oía un silencio, como ausente, allí me quedé en la cama, sin ver ni mirar a nadie, sin oír... sin llorar... otra cesárea, no podría saber lo que es parir a un hijo... otra cesárea... horas de post operatorio sin mi bebé... y la lactancia qué?


Entre en quirófano, me despedí de mi marido, y empecé a llorar... lloré mucho, tanto por dentro como por fuera, tanto por la emoción como por la pena...


Ví salir a mi niña y la oí llorar, y de seguida me la pusieron encima, una vez más, una imagen que nunca olvidaré, la carita de mi niña, ese rostro tan bonito, ese olor tan especial, mucho pelo, muchísimo pelo... un pelo negro azabache que me enamoró.


Lloré, lloré tanto que me escuchó mi marido que estaba fuera tras la puerta. Mi hija estaba aquí, volvía a ser madre, una gran emoción invadía mi interior, ya no sentía nada, ya no había dolor... solo ella, su carita. La vistieron muy rápido y Lidia la comadrona me la volvió a traer, Carlota me miró fijamente, sus ojos, su carita igual que papá, su mirada me cautivó y entonces lloré de felicidad.


Laura JC






No hay comentarios:

Publicar un comentario