Regulación Emocional


El bienestar personal no se basa tanto en las emociones que tenemos como en el manejo que hacemos de ellas. No existen emociones buenas ni malas, de igual modo, no se pueden eliminar las que nos produzcan malestar, no podemos hacer que desaparezcan, pero sí podemos aprender a gestionarlas.

Mangeslsdorf, Shapiro y Marzolf agrupan en 4 tipos las conductas que utilizan los bebés para controlar sus primeras emociones:

-Evitar la mirada del estimulo desagradable.
-Calmarse a través de la succión o contacto físico y corporal.
-Autodistracción con juguetes o mirando otros objetos.
-Evitar al extraño en el caso de situaciones interpersonales.

Este tipo de conductas quizás pasan desapercibidas, pero si observamos a los bebés notaremos que sí las utilizan en sus primeros meses de vida, son sus pequeñas herramientas para controlar sus emociones, pero para llegar a la comprensión total de lo que sienten los bebés necesitan en sus primeros meses de vida la presencia de un adulto que le pueda ofrecer un modo flexible y eficaz de regulación. De este modo el bebé con el paso del tiempo, podrá interiorizar sus emociones, y aprenderá a regularlas por sí mismo sin depender del adulto. 
Esta capacidad es algo que adquirimos desde nuestras relaciones más tempranas y se ha llamado Regulación Emocional.

La regulación emocional nace de la relación tan íntima que se establece con la madre desde el primer día de vida del bebé, el modo en que surja y se lleve a cabo esta regulación emocional también influirá en la calidad del vínculo de apego que está creándose también desde el nacimiento.

PROCESO DE REGULACIÓN EN LA INTERACCIÓN CONSTANTE

- En primer lugar debemos reconocer adecuadamente el estado emocional que está experimentando el bebé.
- Nuestra respuesta y comportamiento debe ser apropiado, nos acercamos al niño, lo cogemos en brazos, lo acariciamos, le hablamos suavemente.
Ponemos palabras al estado emocional del niño, lo nombramos y lo hablamos, somos realistas, no mentimos (esto es muy importante, no soporto decir a los niños "no pasa nada" "no llores, si no es nada" cuando se han dado un porrazo enorme, o se han caído de la bici, si duele DUELE, si yo me caigo de la bici me diréis: "No pasa nada Laura, levántate").
- No debemos hacer jamás un enunciado identificatorio descalificante del tipo "eres un desastre", "eres un trasto", "contigo no se puede salir de casa".
- Debemos escuchar y atender al niño, hay que evitar los enunciados negativos del tipo "no hay que tener miedo", "la que armas por nada", "no es para tanto o no exageres".

Tenemos que tener en cuenta que el bebé o niño vive la experiencia del afecto y su entonamiento a través de nosotros, reciben la información que nosotros les damos de lo sucedido, pues somos su referente. 
El bebé o niño reconocerá subjetivamente su estado interno a partir de nuestras palabras, de nuestro enunciado o descripción sobre lo sucedido.
Pone en acción los mismos procedimientos incorporados como memoria procedimental y reforzados en la intersubjetividad por deseos de ser igual a nosotros.

Como podemos comprobar la regulación emocional forma parte de la crianza, del día a día con nuestros hijos y también con nuestros alumnos, pues tanto una madre, padre, abuela, canguro como una maestra o educadora debemos enseñar a gestionar las emociones que viven y experimentan nuestros niños a diario.

Dentro de la regulación emocional podemos hablar de dos fenómenos que la facilitan:

EL ENTONAMIENTO EMOCIONAL Y LA REFERENCIA SOCIAL

El entonamiento emocional no se trata de imitar tal cual la emoción expresada por el bebé o niño, si no que se basa en el reconocimiento de la emoción del niño pero con una intención de disminuir o subir el tono, para así conseguir una verdadera regulación sincera y afectiva. 
Por ejemplo, si el bebé está sintiendo angustia debemos reconocerlo, pero no sentir la angustia nosotros, si no que "desentonamos" hasta llevar al niño a la calma. El ejemplo más claro es cuando empiezan a caminar, que se caen continuamente, y lloran o gritan asustados, pues no debemos gritar con ellos, transmitirles ese susto o miedo, pues de esta forma solo se asustarán más. Y tendrán menos ganas de seguir intentándolo.
Así que como vemos el entonamiento emocional y afectivo surge de un modo natural, a diario, en situaciones cotidianas y diversas de nuestra vida, tanto que muchos padres no sabemos darle el valor que realmente tiene, y sin darnos cuenta corremos el riesgo de transmitirles emociones propias mal adaptadas o reguladas, como sucede con la mayoría de los miedos. Debemos estar atentos y no caer en este error, pues yo puedo tener miedo a las alturas, pero no mis hijos, ellos tienen que experimentar por sí mismos, y no vivir mis miedos o mis angustias, tienen el derecho de descubrirlo por sí mismos. 

La referencia social surge cuando el bebé o niño se encuentra en una situación no familiar para él, en un lugar desconocido, y nos toma como referencia para extraer información de ese nuevo entorno o entorno desconocido, y así de este modo el bebé puede actuar en consecuencia una vez ha conseguido de nosotros y de nuestra actitud una valoración positiva o negativa del entorno en el que nos encontramos.
Por ejemplo, si vamos a casa de unos amigos con los que normalmente nos vemos en el parque. En este caso las personas son conocidas, pero no el entorno, con lo que nuestro bebé observará como actuamos, como nos movemos, nuestras palabras y gestos para ellos averiguar si pueden corretear felizmente o mejor quedarse pegaditos a mamá. 
Esto también pasa con las personas, los niños detectan a través de nosotras si esa persona con la que nos hemos parado a saludar es conocida, vecina, o realmente una amiga o un familiar más cercano. 

Laura JC

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